LA ESQUIZOFRENIA SINDICAL: ¿DÓNDE HAN ESTADO LOS DEFENSORES DE LOS PUESTOS DE TRABAJO PERDIDOS EN ESTOS CUATRO ÚLTIMOS AÑOS EN GRANADA?
No cabo de salir de mi asombro esta mañana, cuando al incorporarme a mi puesto de trabajo, me entero de que para la UGT (lo mismo habría que aplicarlo a CCOO) no hay dilema moral en que muchísimos de sus más significativos representantes sean altos cargos de entidades bancarias (contra las que, por cierto, despotrican a pulmón abierto), y cobran esos suculentos sueldos que ya los quisieran para sí los representantes políticos y administrativos de relevancia de este país de locos que permite estas tropelías. Eso sí, mañana nos piden que estemos acompañándolos en esa pantomima de manifestación en pro de los derechos conculcados de los trabajadores por la nueva Ley laboral. ¿Y dónde han estado durante los últimos siete años que han acumulado más de cinco millones de parados?, y, sobre todo, ¿dónde en los últimos cuatro años de miserias, atropellos y vejaciones a las más dos mil empresas - sólo en el Camino de Ronda y calles adyacentes- que han tenido que cerrar y despedir a otros tantos miles de trabajadores por la barbaridad y declarada locura de las obras del metropolitano en Granada?
Cuando ciertas entidades, supuestamente defensoras del comercio de esta ciudad intentaron querellarse contra personas representantes de comerciantes, autónomos y trabajadores y vecinos de las zonas afectadas (hablo de la actual Federación Provincial de Comercio), y otras nos llamaron al orden por denunciar el abandono en el que nos encontrábamos ante situación tan insostenible causada por las obras del metro (hablo de la Confederación Granadina de Comercio), o cuando otros nos pasaron la mano por el lomo para luego abandonarnos igualmente (hablo de la Cámara de Comercio de Granada), creí, sinceramente, que no habrá ya nada que pudiera asombrarme. El tiempo me ha tenido que quitar, lamentablemente, la razón.
Como decía, la perplejidad acaba de sobrecogerme nuevamente ante la desfachatez de unos sindicatos (¡personalmente un afiliado -liberado- se ha atrevido a convocarme!) que pretenden que nos movilicemos mañana, al tiempo que en otras capitales de España, para manifestar nuestro rechazo a la nueva Ley laboral. Al margen de que dicha Ley sea o no propicia para el momento de extrema dificultad que vivimos, me parece una profunda desfachatez que estos sindicatos anclados en la prebenda y el privilegio más descarado, pretendan sacarnos a la calle -acaso más bien para defender aquellos privilegios de casta- cuando ni una vez tan solo se han dignado, durante aquellos cuatro años de miseria que anunciaba, en decir que estaban allí para lo que fuese necesario en pos de reinvindicar nuestro derecho constitucional al trabajo que se veía una vez y otra violado por un situación tan anormal como injusta.
Los 181.000 € anuales -vayan o no a la caja del sindicato- del señor José Ricardo Martínez, secretario general de UGT de Madrid, añadido a su sueldo de 2.300 € del salario que recibe de Renfe (trabajo del que lleva liberado 20 años), creo que puede ser una muestra pertinente de la representatividad laboral de la que les hablo. El acuerdo político entre partidos políticos y sindicatos para repartirse el control, que es poder, de las entidades financieras, no deja de ser sino una burla para aquellos que tenemos unas convicciones que siempre pensamos que deberían acompañar a la izquierda. ¿Cuando Bankia despidió el año pasado a más de 3.500 empleados, dónde estaba el señor consejero de UGT José Ricardo Martínez? El silencio en relación a estos hechos no deja de ser cuando menos altamente sospechoso.
Pero no crean que solamente son sólo las nobles siglas de UGT las que tragan alegremente del erario público (eso sí, siempre en favor de los trabajadores), el señor Francisco Baquero Noriega, de CCOO, también en Bakia, cobra 317.000 €; Pedro Bedia Pérez, también de la ínclita CCOO, 308.000 €; o el caso del ilustre señor Sebastián Vázquez Moreno, de UGT, con el nada despreciable sueldo de 432.000 €; y así en un vergonzoso y muy prolijo listado de indignidad que no tiene nombre (si desean verlo completo, en la página de economía del diario El Mundo, podrán recrearse para su asombro de la infamia).
No admitimos en ningún caso lecciones de moralidad social ni cívica de unos representantes a todas luces tan impresentables, y desde luego, que no cuenten con quien suscribe la indignación de estas líneas que ahora leen, para mañana estar en tan bochornosa convocatoria en defensa de intereses tan pingües como vergonzosos en unos dignatarios que se dicen de la causa del trabajador.


Solo tienen un nombre estos impresentables señores, por llamarles algo. REPUGNANTES.
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