Es evidente que la situación insostenible que padecemos por las obras, de ese gran desconocido que es el metropolitano de Granada, no tiene fin; o acaso lo tenga (ya lo ha tenido para muchos) cuando obliguen a engrosar parte de las ya muy voluminosas filas del paro a los pocos que van quedando con sus empresas y negocios en raquítico funcionamiento, dícese debido a la crisis, pero con total seguridad debido a la irresponsabilidad de la Administración a la hora de levantar una de las arterias principales de la ciudad sin previsión ninguna para las consecuencias de ruina que han conllevado dichas obras. ¿No les parece que ya va siendo hora de hacernos oír ante tal desafuero e injusticia? ¿A quien le extrañaría a estas alturas del desconcierto que hagamos valer nuestro legítimo derecho (constitucional, por otra parte) al trabajo? ¿A quien le parecería raro que pusiésemos en movimiento nuestro no menos valedero derecho a expresar libremente nuestra profunda indignación ante la ruina producida por tan demente actuación –o, mejor pasividad vergonzosa- de nuestras Administraciones ante la muerte y desaparición de uno de los estratos fundamentales de la economía (y desde luego también, de la cultura) de nuestra querida ciudad de Granada? ¿Quién no apoyaría la denuncia pública llevada a cabo por quienes sufrimos en carne propia tanta arbitrariedad, injuria de cualquier concepción de mínima justicia ¿Hasta cuándo abusarán de la paciencia nuestra?
La Junta de Andalucía insiste en que la obra civil en algunos tramos «ya está terminada» a falta de señalización y «electrificación»
12.09.11 - 00:10 –
Enlace de video al respecto.
NOELIA S. LORCA | GRANADA.
«El Metro solo ha servido para poner Granada patas arriba». Con esta afirmación resumen comerciantes y vecinos, quizá los más perjudicados en todo esto, las que consideran unas obras «interminables». El Metropolitano en la ciudad se está convirtiendo, para muchos, en una «auténtica pesadilla», ya que los retrasos y la tardanza en la ejecución de los trabajos están provocando no solo pérdidas a los locales y negocios de las zonas por donde discurrirán las vías de esta infraestructura, sino que dificultan, sobremanera, tanto el tráfico rodado como el peatonal. Desde 2007, solo en Camino de Ronda, y según las asociaciones de comerciantes, han echado el cierre «más de mil» establecimientos empresariales por esta causa. Y, otro tanto, utiliza ahora los escaparates no para ofrecer sus mejores productos, sino para avisar de la «liquidación por cierre» o «traspaso».
Pero para desasosiego del gremio en particular, y de los ciudadanos en general, las obras no parecen tener un final previsto. En un recorrido por cada uno de los tramos que, en un futuro, compondrán el mapa del Metro, IDEAL ha podido comprobar que el panorama es muy parecido en todos ellos. Trabajos parados, montones de arena y chinos en algunos de ellos; tubos y cables por el suelo en otros; y un reducido número de obreros en el resto. Ante este paisaje, el descontento, desánimo y la escasa credibilidad hacia el fin de las obras son las reacciones más comunes cuando los granadinos tienen que opinar sobre ese gran desconocido: el Metro.
Tubos, cables y material de construcción por el suelo
En el Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud, lo que para la gran mayoría de granadinos son obras «paradas», para otros -Junta de Andalucía- es una de las zonas donde «se ha terminado la obra civil, desde PTS hasta Armilla». No obstante, tampoco hay obreros que se encarguen de lo que sería el siguiente paso, la «señalización y electrificación» de este área.
«No aguantamos más. La situación es insostenible»
Frente al Palacio de los Deportes, las obras quedaron estancadas, como en otros tramos, hace seis meses. Los railes están puestos, las baldosas colocadas y también algún que otro espacio verde. Sin embargo, justo antes de finalizar el Paseo del Emperador Carlos V, y en la rotonda que da acceso a la calle Andrés Segovia, solo hay socavones y obras sin empezar. José Antonio Gómez, propietario de Iluminación San Martín, asegura que no ven el final. «Este tramo se podía haber terminado en un mes y llevamos un año con todo empantanado y sin ningún atisbo de que esto empiece en breve, puesto que si no le dan el préstamo europeo que dicen necesitar, aquí no se va a mover nada», explica José Antonio al tiempo que señala que la zona donde está su comercio, respira gracias a una bolsa de aparcamiento que solicitó la Asociación de Comerciantes Zaidín-Vergeles. «El poner el tráfico soterrado en esta zona supondría, además de un plus añadido al presupuesto inicial del Metro de 40 ó 50 millones de euros, más tiempo para la terminación del proyecto y nuestros comercios eso no lo aguantan», afirma el dueño de esta tienda de lámparas indignado.
A escasos metros de allí, y en plena Avenida de América, Montserrat Vargas, encargada de Deportes Olimpo, manifiesta que «no soportan más» esta situación. «Tres años ya con las obras en la puerta y esto no acaba. Aunque en esta zona están más avanzadas que en otras, ahora están paradas y sin vistas a reiniciarse. Nuestras ventas han caído bastante por esto», sostiene la mujer.
En este tramo se pueden ver obreros trabajando
En Camino de Ronda, se pueden ver tramos terminados y otros ni siquiera empezados. Si bien es cierto que es de los pocos lugares en los que, durante este particular periplo, se pudieron contar algunos obreros. Desde el río hasta la rotonda que sube hacia la Avenida de América, son pocos los establecimientos que permanecen abiertos, al igual que los peatones que andan por las nuevas aceras. La vida comienza a aparecer en el primer y único tramo inaugurado del Metropolitano. Los comerciantes, que hace dos años veían más inconvenientes que ventajas en estas obras, respiran aliviados, a pesar de que recalcan que las ventas no han mejorado «demasiado». Charo, una de las responsables de la tienda Podium, recuerda que hace dos años estaban lo mismo que están ahora «los compañeros de los negocios cien metros más allá». «No sé si el Metro traerá beneficios a la ciudad, pero desde luego, estas obras se están cargando al tejido empresarial local. Y, mientras tanto, los políticos solo se pasan la pelota unos a otros», comenta Charo exasperada.
A la altura de la gasolinera de Recogidas, seis trabajadores realizan diversas labores que tienen que ver con la urbanización en superficie. Obras que se van a cobrar una nueva 'víctima'. Bambú, un comercio de decoración, lleva más de 30 años en este sitio y baja la persiana a finales de septiembre «como consecuencia de las obras del Metro». «Llevamos cuatro años así y esto es inaguantable. No podemos pagar impuestos porque la gente no entra a comprar y la Junta -que es la organizadora de estas obras- tampoco ayuda los comerciantes. Se puede decir que cerramos gracias a las obras», resalta sarcásticamente su propietaria, Asunción López. Siguiendo el Camino de Ronda hacia abajo, la infraestructura y sus «molestas» obras son las protagonistas en muchas de las conversaciones entre vecinos y viandantes. Dolores y Matilde, dos señoras de 70 años, critican la «poca ineficacia de las instituciones» para acabar unas tareas que «dificultan y obstaculizan el paso por las calles». De este modo, y cincuenta metros más allá, a las puertas del gimnasio YO 10, las máquinas cubren de cemento las zonas con baches y mal estado del asfalto.
Los paseíllos universitarios sin empezar
En este tramo de Severo Ochoa la cosa no cambia. Ni máquinas, ni obreros, ni siquiera obras en ejecución. A un lado, solo se ve el túnel subterráneo por donde el metro transitaría. Al otro, más montones de arena y gravilla, lo único que se puede ver a través de los huecos hechos en la lona verde que cubre la vaya metálica. Al cruzar la Facultad de Ciencias, salimos a los 'paseíllos universitarios donde las vistas son las mismas: caminos angostos creados por la disposición de las vallas que no dejan ver lo que se hace. Sarai y Javier pasan por ahí a las una de la tarde. «Esto lleva así desde hace mucho tiempo. Es la historia de nunca acabar. Yo no he visto a ningún obrero por aquí, salvo cuando comenzaron a poner las vallas metálicas. Deberían hacer algo porque quienes están sufriendo las consecuencias de las 'no obras' somos los ciudadanos de a pie», denuncia la joven molesta al tiempo que su amigo manifiesta que deberían buscar una «solución rápida» a lo que está ocurriendo con el Metro. «Está destruyendo el tejido comercial de la ciudad, cuando se debería estar haciendo todo lo contrario, fomentarlo y ayudarlo», insiste Javier.
Obras que no terminan de arrancar
En la Avenida de Andaluces, los trabajos no han arrancado aún. Es otro de los lugares en los que las obras van, como señalan desde la Junta de Andalucía, a un «ritmo más lento que el resto». Elena, que asoma la cabeza por la ventanilla de su coche, dice no entender «por qué razón cortan el tráfico por obras si no las hay en ningún sitio». «Si saben que no van a empezar algo que, por otra parte, debería estar ya terminado, que dejen las vías como están y no cambien sentidos o pongan direcciones prohibidas que exclusivamente perjudican a los ciudadanos», indice la mujer mientras espera a que el semáforo se ponga en verde.
«Los obreros son una especie en extinción»
En la calle Cruz del Sol, la nota predominante sigue siendo la ausencia de trabajadores de obra y esa sensación de «caos» que dicen tener los vecinos cuando pasan por esta zona. Juan González, propietario del Café-Bar Las Pirámides, asegura que los obreros son una «especie en extinción». «Vallas, contenedores, tubos y ningún obrero. Estas obras no se van a terminar nunca como el Real Madrid», bromea Juan quien dice que no le queda más que «echarse a reír» cuando hablan de este tema. «Normalmente, se ven pocos obreros, pero a partir del miércoles esto se queda aún más desierto en lo que a gente de obra se refiere», subraya el dueño del café.
La obra civil en este tramo «ya está finalizada»
Aquí las obras parecen estar terminadas a falta de lo que sería la señalización y la «electrificación». Los railes y las vías están colocadas, al igual que los postes por donde discurrirán las catenarias. No hay materiales de construcción ni bloques de hormigón dispersados por la zona como sucede en otras. Varios obreros supervisan, en la calle frente al Parque de Bomberos, las últimas actuaciones. Los transeúntes muestran su desconocimiento ante la finalización de estas obras en el tramo al ver aún vallas y caminos cortados.




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